Me caí del sol a los 16 años, aprendí a caminar entre las estrellas y por las noches me dormía contándolas; nunca note que los planetas giraban ni que se alimentaban de eso que yo llamaba hogar, ¡hasta hoy! Cuando caí en cuenta que el hilo dorado que me aferraba al sol se desvanecía hasta desaparecer, dejándome a la deriva entre árboles verdes y una brisa fría.
Aquí, me tocaba respirar un aire helado, y el agua que se escurría por mis dedos nunca había sido tan opaca; Intentaba adaptarme, pero me sentía perdida, cada vez que miraba hacia el cielo veía muy a lo lejos mi hogar, buscaba algo que me uniese de nuevo a la irradiación constante del sol, ¡pero NADA!, de apoco una oscuridad tonta se apoderaba de mis gestos.
Hasta que un día recordando aquellos tiempos aquellas personas y aquellos buenos momentos de antaño, sonreí; un hilito destellante me unió de nuevo a casa, desde entonces que busco sonreír, a cada momento y por lo que sea, es de las pocas cosas que me hace sentir en el hogar.
Me llamo Eliana y pertenezco al sol, pero nunca estoy más segura de ello que cuando sonrío.
Aquí, me tocaba respirar un aire helado, y el agua que se escurría por mis dedos nunca había sido tan opaca; Intentaba adaptarme, pero me sentía perdida, cada vez que miraba hacia el cielo veía muy a lo lejos mi hogar, buscaba algo que me uniese de nuevo a la irradiación constante del sol, ¡pero NADA!, de apoco una oscuridad tonta se apoderaba de mis gestos.
Hasta que un día recordando aquellos tiempos aquellas personas y aquellos buenos momentos de antaño, sonreí; un hilito destellante me unió de nuevo a casa, desde entonces que busco sonreír, a cada momento y por lo que sea, es de las pocas cosas que me hace sentir en el hogar.
Me llamo Eliana y pertenezco al sol, pero nunca estoy más segura de ello que cuando sonrío.
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